¿QUÉ ES EL ASESORAMIENTO FILOSÓFICO?
El asesoramiento filosófico (AF) es una alternativa a las terapias psicológicas. Existen trastornos que deben ser tratados por un psicólogo o un psiquiatra, pero una gran parte de nuestras inquietudes vitales son específicamente filosóficas: el sentido de la vida y de nuestro papel en ella, la búsqueda de plenitud, la libertad interior, tener una mente lúcida y ordenada, etc. El AF está orientado a personas que por un motivo u otro están sufriendo, que se sienten estancadas en sus vidas, faltos de sentido, de propósito, de claridad o de alegría básica.
Se trata de un acompañamiento vital que ayuda a poner luz sobre la propia vida, las propias creencias y motivaciones con el fin de comprender mejor la naturaleza real que lo que nos sucede y trabajar desde la raíz de nuestro malestar existencial, desde aquellas creencias que estructuran nuestra personalidad. Nuestras creencias profundas, nuestra filosofía operativa, conforman una visión del mundo y una forma de relacionarnos con él: personas, situaciones, problemas, deseos, etc.
Desde el momento en que empezamos a tomar decisiones ponemos en funcionamiento determinada escala de valores, determinada creencia sobre quien somos, sobre como somos, de que es importante y que no lo es, que podemos esperar de la vida y que no podemos exigirle, etc.; es decir, nuestra filosofía de vida se manifiesta es una serie de conductas. Si nuestra visión de las cosas, nuestra filosofía personal, es confusa o parte de supuestos erróneos de los que no somos conscientes aparece el conflicto interior, la tristeza o un cierto tipo de estrés y de ansiedad fruto de la falta de sentido.
El dolor es consustancial al hecho de estar vivo. No obstante, está demostrado que del 100% de nuestro malestar solo el 20% lo provoca una situación objetivamente dolorosa, el 90% restante es la interpretación que le damos a ese hecho o situación. Es decir, el 90% de nuestro malestar es sufrimiento evitable. En ese sufrimiento evitable incide la Filosofía con mayúsculas, aquella que hace honor a su nombre de “amor a la verdad”.
El AF de enfoque sapiencial no da recetas universales, se parte de que cada ser humano es único y únicas son sus experiencias e interpretaciones. Se acompaña a las personas en un viaje de auto-descubrimiento que muchas veces resulta arduo iniciar uno solo. No resulta fácil descubrir las propias heridas básicas, los vacíos y los puntos ciegos. En esa aventura interior cada persona descubre su propia forma de relacionarse con lo que acontece en su vida, la fuente de una respuesta genuina y auténtica, libre de condicionantes y automatismos. En definitiva, descubre como vivir con mayor plenitud. Sesión a sesión se va indagando en los patrones limitados que nos provocan sufrimiento, en las creencias asociadas a dichos patrones y se pone luz en la naturaleza de dichas creencias, en su posible limitación. Si algo caracteriza al AF de enfoque sapiencial es que no se trata de “sustituir” una creencia limitada por otra menos limitada, se trata de ir más allá de patrones y creencias y vislumbrar nuestra genuina identidad, el fondo de donde nace toda respuesta creativa.
Elena Machado
LA FILOSOFÍA COMO SABIDURÍA Y COMO ARTE DE VIVIR
La palabra “filosofía” posee un amplio espectro de significación, pero en último término se reduce a dos aspectos: un saber acerca de los fundamentos de la realidad, y un arte de vivir alimentado en ese saber. Así fue en sus inicios, y así sigue siendo para muchos filósofos (y ser filósofo no es tener una licenciatura en filosofía). Se ha hablado mucho en los últimos tiempos de lo que no es filosofía, hoy quiero centrarme en lo que sí es, que es mucho más amplio, positivo y enriquecedor.
¿Qué es la filosofía?, o, en palabras de Marco Aurelio, “¿Cómo puede hallar el ser humano una manera sensata de vivir? Hay una sola respuesta: en la filosofía. Mi filosofía consiste en preservar libre de daño y de degradación la chispa vital que hay en nuestro interior, utilizándola para trascender el placer y el dolor, actuando siempre con un propósito, evitando las mentiras y la hipocresía, sin depender de las acciones o los desaciertos ajenos. Consiste en aceptar lo que venga, lo que nos den, como si proviniera de una misma fuente espiritual.” 1
“Preservar libre de daño y de degradación la chispa vital que hay en nuestro interior”, esa es la filosofía de Marco Aurelio, y de todo ser humano que ha llegado a ese punto del camino en que siente que en la vida hay infinitud de posibilidades de crecimiento, de expresión, de descubrimiento y de enriquecimiento. La filosofía nació –da igual si hablamos de la antigua Grecia, o de India, o de China, etc.- como un camino para vivir en armonía y lograr ese pleno autodesarrollo. La división entre teoría y práctica, entre el “saber” y el “hacer”, carecía de sentido. La sabiduría como la conquista de una mente clara y lúcida (no como acumulación de conocimientos y datos) no es una fuente de transformación, “es” la fuente de toda transformación profunda; y el compromiso activo con este trabajo de enriquecimiento interno, el trabajo cotidiano en esa dirección, es precisamente el que amplía y enriquece nuestro saber. No se puede dar el uno sin el otro. A veces la falta de claridad en este sentido es alarmante.
Para aquel que busca en su vida un camino de excelencia hacia la plenitud, para aquel que busca una fuente inagotable de inspiración en su andadura cotidiana, para aquel que busca disfrutar del camino y no sólo perseguir metas le remito, de todo corazón, a la filosofía. Pero a la filosofía verdadera, a aquella que fue defendida en sus inicios y luego, a lo largo de toda su historia, preservada y enriquecida por un selecto ramillete de filósofos que nunca olvidaron el verdadero propósito de ésta: poner luz en aquellos rincones que permanecen en sombras y que pueden resultar fuente de conflictos internos, de desesperanza o de la idea de que nada tiene sentido. Esta filosofía de la que hablo siempre ha defendido que las sombras no desaparecen peleándose con ellas, o intentando dialogar con ellas desde dentro. Las sombras desaparecen poniendo luz. Hablo de la filosofía perenne de la que hablaba Aldous Huxley, o la filosofía sapiencial de la que habla Mónica Cavallé, de aquella que más allá del carácter cambiante de la historia de la filosofía especulativa permanece viva e íntegra, al alcance de todo aquel que la busque.
1 Meditaciones, libro II, 17.
Elena Machado
FILOSOFÍA PRÁCTICA
Durante mucho tiempo la filosofía ha sido considerada como algo meramente contemplativo o especulativo. Ya lo había dicho el gran Aristóteles en su Metafísica: la filosofía “no tiende a realizar algo”, no la buscamos “por una ventaja ajena a ella misma”, sino por el puro amor a la sabiduría. Es una definición hermosa, pero puede ser mal entendida. Lo que quiere decir Aristóteles es que la filosofía no sirve para una utilidad práctica como puede ser el arte que ejerce un alfarero, o un arquitecto. Pero desde el momento en que se busca la sabiduría, ésta implica una visión global sobre la vida, sobre nuestro entorno y sobre nosotros mismos. En la famosa Wikipedia es definida como “una habilidad que se desarrolla con la aplicación de la inteligencia en la experiencia, obteniendo conclusiones que nos dan un mayor entendimiento, que a su vez nos capacitan para reflexionar, sacando conclusiones que nos dan discernimiento de la verdad, lo bueno y lo malo”. Para Marco Aurelio, la filosofía consiste en preservar libre de daño y de degradación la chispa vital que hay en nuestro interior. ¿Puede haber algo más ‘práctico’ y fundamental que eso?
En la década de los ochenta el alemán Gerd Achenbach decidió recuperar esa parte eminentemente práctica de la filosofía. Empezó a atender a personas que no buscaban curarse de ninguna patología, sino comprender y comprenderse mejor. Así nació algo tan antiguo en su esencia como novedoso en su manifestación: la práctica del Asesoramiento Filosófico. Se trata de una práctica que busca que la reflexión filosófica esté presente en nuestras vidas, que ésta reflexión vital conduzca a una vida sana y plena. Se trata de mostrar que la filosofía bien entendida no es patrimonio de eruditos ni “profesionales” de la filosofía (licenciados y doctores). No es conocimiento teórico sino práctica de vida. Un título no te hace filósofo, pues todos somos filósofos, en mayor o menor medida, desde el momento en que aspiramos a ser dueños de nuestras vidas y no esclavos de costumbres, creencias sociales o convencionalismos.
La Práctica Filosófica se ramifica en distintas actividades: el asesoramiento filosófico personal, talleres y cafés filosóficos y, por último, el asesoramiento a organizaciones e instituciones. ¿Por qué? ¿Es necesario todo esto? Pues sí, porque todos aspiramos a ser felices, a llevar una vida plena, a sentirnos realizados, a sentirnos bien con nosotros mismos y con los demás. La dificultad radica en que, por lo general, no sabemos cómo hacerlo. En los colegios no se nos enseña cómo afrontar y superar las muchísimas vicisitudes que trae el mero hecho de vivir. Ante los golpes de la vida, muchas veces perdemos el eje, nos desorientamos y quedamos como paralizados, incapaces de retomar las riendas, sencillamente porque no sabemos ni en qué punto del camino las perdimos ni en qué punto del camino estamos. Ahí en donde puede ser de gran ayuda la filosofía aplicada. No se trata de resolver problemas psiquiátricos o psicológicos, sino de una ayuda para enfocar, o renfocar, nuestra vida. Encontrar sentido a lo que hacemos, tener una meta y, al mismo tiempo, afrontar el día a día de forma positiva.
Quien más y quien menos ha oído hablar del Pensamiento lateral, un método de pensamiento que busca salirse de los canales lógicos acostumbrados para hallar una solución creativa a los problemas. Normalmente se emplea para la resolución de problemas prácticos, de la vida cotidiana, laboral o doméstica. La práctica filosófica nos puede guiar a ampliar nuestra visión, nos puede llevar a reconocer los límites autoimpuestos, origen de una creciente insatisfacción de germen hasta ese momento desconocido. Es decir, nos puede llevar a ser vitalmente creativos. No se trata tan sólo de establecer metas y propósitos existenciales, sino de buscar la mejor forma, una forma creativa y enriquecedora, de forjar el camino que nos conduzca hasta ellos.
Elena Machado